Me crucé con un limonero seco abarrotado de limones que morían lentamente colgados de sus ramas.
Esto me hizo pensar en muchas cosas. En tantos frutales que mueren abandonados, en la frustración de las personas que se ven obligadas a rendirse, en la huerta que tristemente muere, quizás de manera mucho más acelerada que esos limones que se resistían a caer del árbol.
También pensé en la belleza de lo sencillo, de los eternos ciclos, de lo que nace y muere y todo cuanto nos ofrece en su proceso.
Pensé en lo que merece ser atendido.
Partiendo de ahí nace esta serie de ilustraciones, a través de la exploración y el juego con diferentes técnicas que tratan de un mismo ‘objeto’, el limón.
El limón, como símbolo, es el protagonista y por ello, el que ocupa el centro de la composición.
El limón se convierte en el elemento-excusa de una indagación divertida entre líneas, manchas y color vibrante con el que pretendo realzar su viveza, su belleza y su humilde presencia ácida en nuestro cotidiano.
